Entrevista:
Mario Pagani, 54 años, nació en
San Miguel (Argentina). Como ingeniero, ha trabajado 18 años en Bolivia,
dirigiendo dos ONG en La Paz especializadas en la ayuda a campesinos y Aymaras
del altiplano. Y en Santa Cruz comenzó los cursos de Orientación Familiar
conocidos como A3F, este 5 de Mayo será ordenado sacerdote de la Iglesia Católica
Mario Pagani de diácono. |
¿Cómo afrontas la ordenación?
Con agradecimiento a Dios. Al
echar la mirada atrás, veo que en mi vida el Señor me ha ido poniendo señales,
para que yo las siguiera y recorriera su camino. Ahora, como sacerdote, me
pregunto: ¿cómo he llegado hasta aquí? Y no puedo evitar que me vengan a la
cabeza diversos flashes del pasado: los tirones que Dios me daba para atraerme
hacia Él.
¿Cuál es el primer flash?
Cuando era un adolescente un poco
alocado, fui descubriendo el mundo –junto con amigos como Luis, un compañero
del colegio La Salle y el Negro, un amigo del barrio–. A esa edad percibes, por
ejemplo, que existen las chicas, que el amor humano es algo grande. Al mismo
tiempo, alguien me enseñó a rezar el rosario, a tratar a la Virgen María.
Percibí que mi corazón se podía ir llenando a la vez de muchas cosas, también
de las de Dios.
Mario Charlando con el jardinero |
¿Y después?
Un segundo paso hacia Dios ocurre
en una época en que trabajaba como disc jockey en la discoteca VIP, junto con
Pepe y Jorge, dos grandes amigos. Por aquella época practicaba la fe con más
regularidad: iba a misa casi todos los domingos. Y allí, entre una canción y
otra, un día que había poca gente, uno de mis amigos me hizo una pregunta
inesperada: “Mario, explícame el Padrenuestro”, me dijo Juan Carlos. Aquello me
dio que pensar: ¡estábamos en el lugar más divertido de la ciudad, y sin
embargo no bastaba! La gente seguía inquieta, buscando la felicidad en las
actividades más normales.
Luego empezó la etapa de trabajo en Bolivia
Sí, empecé a dar clases en un
colegio en un colegio recién inaugurado. Ya desde mi etapa en la universidad
pertenecía al Opus Dei, y sentía la urgencia de hablar de la fe a mis
compañeros. Cuando inicié mi trabajo como profesor, me di cuenta de que las
dudas sobre Dios y sobre la relación con los demás están muy presentes en los
chicos. Por su cuenta, me abrían su corazón y podía ver en ellos la misma sed
de Dios que yo había probado. Aquello era otra señal: sin la gracia de Dios,
nos faltará siempre algo para ser felices.
¿Más flashes?
Sí, claro: tuve la fortuna de
compatibilizar la enseñanza escolar con proyectos de desarrollo agropecuario de
formación juvenil y familiar.
En el altiplano boliviano, muchos
agricultores no obtienen buenas cosechas por falta de conocimientos agrícolas,
de sistemas de riego, etcétera. Así que varias personas pusimos en marcha la
ONG Ayni, que en aimara significa “ayuda mancomunada”. Se trataba de que los
agricultores, con nuestro consejo y diseñando juntos los proyectos que
necesitaban, se ayudasen entre sí en beneficio de todos. Después, procurábamos
conseguir parte del financiamiento para realizarlo.
Con familias de Santa Cruz en Roma |
También en Santa Cruz comenzamos
lo que es ahora el centro cultural Sutó, con charlas a profesionales y a jóvenes estudiantes. Comenzamos los cursos orientación familiar, lo que es ahora una de
las organizaciones más importantes del país en este importante tema Asociación
de Familias Formando Familias A3F que ya se ha extendido a La Paz y Cochabamba.
¿Y de ahí al sacerdocio?
Yo pensaba que para ayudar a los
aymaras bastaba cubrir cinco necesidades básicas: salud, agua, educación,
electricidad y caminos. Y sin embargo, me sorprendió saber que algunos subían
solos a los cerros y, en lo más alto, rezaban dos, tres horas. Contaban al
cielo lo que llevaban dentro: sus desilusiones, sus alegrías, sus penas, sus
esperanzas... ¡Tenían una necesidad básica: la vida interior! Y ahí, mi trabajo
como ingeniero tenía sus límites. En cambio, como sacerdote, será Dios quien
les ayude a través de mí.
Ordenación de diácono |
¿Cómo?
Dios quiere que hagamos llegar a
otra mucha gente la felicidad que Él transmite. Eso es lo que deseo como
sacerdote: repartir entre los hombres los regalos que el Señor distribuye a
través de sus sacerdotes y procurar que ellos se preparen lo mejor posible para
aprovechar bien esos regalos.
Así pues, ¿se acabaron las señales?
¡No creo! Con gusto seguiré las
pistas que Dios me marque en adelante... ¿Hacia dónde? Hacia donde Él quiera.